Como cualquier político que considere tener algún cromosoma liberal en su ADN, estará de acuerdo conmigo de alguna manera, más para todos los admiradores del Partido Laborista Británico y la izquierda europea, dejen que me exprese. No pretendo convencerlos, no obstante, si que entiendan mi opinión.
No se puede negar, ni pretendo negar la importancia histórica del movimiento sindical. Históricamente y más en América Latina, se ha demostrado que este movimiento ha evitado históricas tragedias. Costa Rica es un gran ejemplo, y estoy orgulloso de esos movimientos, considerando que sus batallas políticas deberían ser estudiadas con más profundidad en los centros educativos.
En Costa Rica, un hombre, Alberto Martén, es considerado el padre del solidarismo. Movimiento que junto al cooperativismo, representan a mi parecer, el avance evolutivo del sindicalismo. Siendo el Sindicalismo, ese dedo pequeño del pie, que todos los darwinianos han esperado que desaparezca, dada su inutilidad.
Volviendo a Martén y al cooperativismo, estos dos movimientos han demostrado (en los países que cuentan con ambas ideas desarrolladas), un beneficio para los trabajadores, tal que ningún sindicato habría imaginado.
Por ejemplo, un sindicato costarricense (se reserva el nombre), se jactaba de becar a 20 estudiantes, mientras que las cooperativas y asociaciones solidaristas, podrían llevar ya millares de graduados y otros becados, desde ya hace más de una década, mientras el sindicato apenas lo va implementando este año.
Las cooperativas en las escuelas, universidades o comunidades en general, han demostrado traer consigo el progreso. La Dos Pinos es quizá uno de los mejores ejemplos. Antiguamente llamada COPROLE (Cooperativa de productores de leche), la Dos Pinos es reconocida internacionalmente como una de las más importantes exportadora de lácteos de Latinoamérica. Exportando a USA, Centroamérica, San Andrés y República Dominicana. Es uno de los orgullos que todavía se mantienen en manos nacionales, y el progreso que ha significado para muchos costarricenses, (inevitable, a lo MasterCard) no tiene precio.
Costa Rica es la prueba viviente de que si se puede abandonar este vicio, en los últimos años, la afiliación a los sindicatos a disminuido de manera considerable. Viendo al sindicalismo como un problema y sinónimo inestabilidad y mediocridad. Soy consiente de que no muchos comparten mi opinión, a la cual le hace falta fundamento, pero además del que poseo y no queda plasmado en este pequeño artículo, poco a poco iré tratando de conseguir más apoyo teórico.
Silvio Rodríguez en su último disco deja plasmada en su canción, Érase que se era: Yo no sé si mañana pensaré lo que hoy vivo. Entonces quizá me vean como sindicalista dentro de algunos años, y me reiré de este artículo. Mientras esto no suceda (lo cual es mi esperanza), quedo claro: Sindicalismo = Suicidio Social.
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