Este artículo pertenece al blog conocido como Filoterario, tanto el como la imagen se tomaron del mismo. Me parece una exposición muy clara de un tema poco conocido pero de trascendencia considerable. Ya dijo Sócrates una vez que la "filosofía es la búsqueda de la verdad como medida de lo que el hombre debe hacer y como norma para su conducta." Un poco de este manjar del conocimiento, punto álgido del raciocinio humano en la cotidianidad siempre es de provecho.
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Cuenta la historia que hace mucho había un ridículo sabio hindú llamado Sándaka, que afirmaba que la realidad estaba compuesta por hechos ilusorios creados por la ignorancia, a esto el pseudo sabio lo llamo “Maya”. Claro que Sándaka era más ignorante que todo lo que decía pero esta teoría de Maya en particular atrajo la atención a muchos filósofos entre ellos a uno muy rezongón: Arthur Schopenhauer. Cuando en el libro primero de su obra -“El Mundo Como Voluntad y Representación”- Schopenhauer habla acerca del “velo de maya”, este se refiere a que los sentidos son los que hacen a la representación, característica principal de la realidad. Todo lo que percibimos –decía- se nos aparece como conocimiento único, como dadiva apolínea; Schopenhauer insistía en que la vida y el sueño estaban íntimamente asociadas, el sueño era una ilusión de la realidad (“la vida y los ensueños son páginas de un mismo libro” –decía-) y solo el entendimiento podría soltarnos de las cadenas de la realidad aparente, del mirar sombras en la caverna.
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Hoy en día tenemos también una realidad aparente, pensemos en las cosas que la sociedad hace en que nos interesemos: la moda, el trabajo, el respeto social, las jergas, la mejor pareja, la mejor ropa; todo esto es la apariencia, una ilusión soñolienta causada por dejarnos llevar por las percepciones. Se ha tratado de llamar a los hombres y al fenómeno aparente de muchas maneras; así pues filósofos como Baruch Spinoza llamaban “vulgo ignorante” a aquellas personas que intervenían en el movimiento de masas altamente alienante. Así también Marx y sus secuaces buscaron en el capital y en el degustar periódicamente de la mercancía novedosa y de las exigencias del mercado, la explicación de la estupidez del hombre/mercancía. Nietzsche, por otro lado, los reconocía como el gran rebaño, aquella masa de corderos con una mentalidad reducida. También Heidegger llamaba a aquella pueril diligencia de economizar el pensamiento y a la actividad crítica como “vivir en estado de interpretado”, toda una portentosa expresión. Por último, el educador y pensador brasilero Paulo Freire consideraba, en su célebre Pedagogía del Oprimido, que el elemento básico en la mediación opresores/oprimidos es la prescripción, es decir, una imposición de una conciencia a otra; esto da paso a lo que se puede llamar hoy en día como apariencia; el individuo no es lo que el dice de sí mismo (el ser), sino lo que dicen de él (el no ser). Hay que estar de acuerdo que la razón es una anomalía y la estupidez la base de nuestra especie humana, pero el que entiende de ambas comprenderá que no se podría vivir solo con una.
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Ahora bien, ¿Cómo creemos, con todo lo dicho, que se maneja la apariencia? tomando en cuenta que en nuestra actual cultura existe una mayor exigencia de los sentidos, percepciones y afectos. Si la tecnología ha hecho que nuestros sentidos sean involucrados haciendo que seamos más propensos a utilizarlos (quizá comparable a culturas tribales) ¿esto no afectaría entonces a la “conciencia de maya”, a la realidad aparente? ¿No seriamos más ignorantes o creeríamos en el sueño como si fuese una realidad hoy más que nunca? ¿No nos costaría acaso pensar en una vida sin el sueño: sin los lujos, modas, “agarres”, discotecas, computadoras, etc? ¿Donde creen que se origina el racismo, no es acaso en la ignorancia de los atavismos de la apariencia? Si los tan sensibles ancestros tribales creían en dioses, hoy, con lo igual de sensibles que somos, creemos en otros dioses que, igual que los anteriores, nos esclavizan. La apariencia no solo es una fuente de males de hoy, sino también una segregación de semen de culturas pasadas que se resisten a morir, de allí que el machismo, la moralidad, el cristianismo entre otros, existan.
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¿Qué podemos hacer para trascender el umbral entre el sueño y el no sueño? Nosce te ipsum, ¡Conócete a ti mismo!, con esa certeza se pueden bifurcar los mares, no hay necesidad de abrir ningún libro de ciencia o filosofía, unicamente el libro del alma nuestra. Asi como no es posible y saludable evitar el sueño (la tecnología, la moda, la discoteca…etc), tampoco es saludable negar al entendimiento (conocernos a nosotros mismos, entender a la realidad, saber que elegir y que no, que es del vulgo y que de nosotros), ¡te reto a ti señor negador a integrar los sentidos con la razón: la estupidez y la erudición! ¡Te reto!
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