Miedo a vivir,
luz encendida hasta la madrugada,
en el sillón frente a un espejo
sin ver la arruga que cruza tu cara.
Un día de éstos llega la muerte
y no ha pasado nada.
Miedo al amor, cama tendida
sin manchas en las sábanas,
sólo dos pies, sólo dos manos,
un solo rostro estrujando la almohada.
Un día de éstos llega la muerte
y no ha pasado nada.
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