José María Castro Madriz fue el primer presidente y último jefe de Estado de la nación costarricense. En ambas ocasiones fue derrocado, y una frase que guarda la mitología histórica del costarricense es aquella que dio a entender lo siguiente: prefiero renunciar al poder, antes de que la sangre de mi pueblo sea derramada.
De esto hablaba cuando me refería al gran error que cometió Don Manuel Zelaya, error porque su actitud fue exactamente lo que un vocero de los EE.UU. dijo: Una idiotez. Se denota el ansia de poder por parte de Micheletti, no obstante Zelaya no se queda atrás.
Los Hondureños saben una verdad poco difundida, Zelaya no es como Chavez, no fue un niño de familia humilde, no es un militar, el es un terrateniente hondureño, dueño de una gran fortuna, que simplemente llegó al poder como muchos en Centroamérica lo hacen, populismo. Mel es el nombre con el que sus seguidores llaman al aclamado político; programas de ayuda social, amparo para los pobre y otras buenas ideas son las que se plasman del papel al hecho y crea un apoyo por parte de este sector de la población hacia Mel.
Tegucigalpa es la capital, sin embargo, a lo lejos, con la modernidad y unos papelillos verdes, se encuentra San Pedro Sula, otra historia, la capital del capital, algo así. Ahí se vive (o vivió) un apoyo parcial al Gobierno de Facto. La clase adinerada de Honduras, esa que no ve como positivo que un populista este en el poder, menos aun cuando el gobernante el amigo de Chávez.
Una vez conocida esta división geo-demo-gráfica, volvamos al hecho. Ese I'll be back (volveré) de Super Heroe, paso a la realidad. Bajo el auspicio de la embajada de Brasil, Zelaya se encontró en su país, y la desgracia empeoro.
La declaración de toques de queda, el cese de garantías individuales, el irrespeto a los derechos humanos, sangre derramada...¿para qué?
"El poder corrompe y el poder absoluto, corrompe de manera absoluta."
Esta máxima, parece plasmarse en dos marcos (en más, pero nos interesan dos). Uno en el que al Gobierno de Facto no le importan sus acciones con tal de mantener su dictadura y el segundo, un presidente sin silla el cual prefiere la anarquía a la paz, dado que el no tiene el poder.
Voces de hondureños han dicho: Queremos que se respete la democracia y queremos que se respete la Constitución. La encuesta o referéndum que proponía Zelaya no se debía hacer, sin embargo, esa no era la forma de solucionarlo. Zelaya en ningún momento a reprendido a aquellos que están haciendo alboroto en las calles, empeorando la situación. Sí, él (Zelaya) prendió el fuego, Micheletti trato de apagarlo con gasolina, y ahora que todo esta peor, él le sigue echando leña.
La irresponsabilidad de Zelaya ha puesto en peligro a lo más valioso que tiene cada país...su gente. Los hondureños no vivieron bien, como se debería vivir en cualquier país por mucho tiempo (1 día ya es mucho tiempo), el no tener privacidad a la hora de hablar por teléfono, la libertad de decidir que hacer y cuando hacerlo, el salir a la calle a caminar un rato.
Un pequeño, no se si llamarlo semanario o como, su título es "Socialismo o Barbarie", un supuesto movimiento socialista internacional (como los muchos que hay) expuso un artículo hecho en Honduras el 12 de agosto pasado, hablaba de como el ejercito arremetió contra estudiantes universitarios, he incluso contra personas con heridas que estaban siendo atendidas en la sede no recuerdo muy bien si del Pedagógico Francisco Morazán o en la Universidad Autónoma, el punto es que el ejercito tomo las instalaciones, violando la autonomía universitaria y muchos derechos de la ciudadanía en general. Pero que importa, Honduras derrotó a Costa Rica 4-0.
Esta es la realidad de muchos países latinos, mas allá de decir centroamericanos, porque ahí es casi que todos los casos. Bendiga Dios las palabras de Castro Madriz, o la decisión de Pepe Figueres de eliminar el ejercito de mi país, porque solo sirve para reprimir al pueblo.
Estos, que ni siquiera tienen un campo de entrenamiento decente. El poder de un arma en la mente de un hombre, es inimaginable.
Esta institución que ha admitido haber cometido un delito es la más decepcionante, para aquellos que confiaban en el ejercito (pocos espero), instituciones que no son más que guardias privadas de intereses políticos.
Conclusión: Tanto a Zelaya como ha Micheletti, lo único que les importa son sus lazos de poder he influencia, de ese pequeño pedazo de tierra llamado Honduras. Son los ciudadanos de un país que lleva el mismo nombre, los que están luchando. Por último, un circo dejo botados por ahi un conjunto de monitos que bailan al son de la trompeta, responden al nombre Ejercito de Honduras.
*Mañana: ¿Fin de la crisis o inicio de un nuevo conflicto?