jueves, 11 de noviembre de 2010

Nunca canté en Broadway

Ramón Fernández Larrea


No llegues tarde a las tormentas
pierdes lo peor

la posibilidad de subir
por cada poro de la lluvia
te pierdes los rugidos inmensos respirar a plenitud
como todo pirata indeciso


no llegues tarde al aire
todo cambia como la materia y no
nadie está autorizado a darse ese lujo

nunca llegues tarde a la palabra
los mentirosos ocupan las filas de adelante
y jonás y el leviatán completan el podio
y es un gesto pedante levantarse a mear


nunca llegues tarde a la desnudez
es casi la única buena voluntad
mal mirada por las vírgenes viciosas
y los falsos de siempre que se deshidratan
pero la desnudez y tú pueden mirarse
sin tanto problema sin esconderse los problemas

nunca llegues tarde a la tarde
hay muchachas que se acarician
por horror al aroma de los mataderos
y puedes ser de pronto el caballero de cocody
aunque parezcas un desfachatado a la policía


nunca llegues tarde a la verdad
sobran los jueces de ocasión
la verdad es la huerfanita de la casa
todos la acarician pero olvidan su cumpleaños

nunca llegues tarde a las revoluciones
habrán repartido los cariños
y tendrás que marcar en la penosa larga fila
con el traje arrugado y una corbata


nunca llegues tarde a la muerte hijo mío
o al silencio o a la palabra dios
o a la quebrada del yuro o a gethsemaní
o a la cámara de gases
y sé tu propio asesino si puedes


nunca canté en broadway
conozco cada trino de memoria
silbo en la noche las perdidas baladas
los sencillos aullidos del hombre normal.

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