Han pasado ya nueve años después de que muchos (sino todos los que pueden leer esto) de nosotros fuimos testigos de lo inimaginable, un ataque terrorista a los Estados Unidos de América. Algo asíc omo si de un momento a otro mataran (se es que era posible) a Zordon (Powers Rangers), ese ser todopoderoso, que siempre sabia donde estaba el mal, cómo atacarlo y del que sabíamos, pasara lo que pasara siempre iba a hablar después de un A-YA-YA-YA-YAY, típico de Alpha.
Ocurrió, y este país que había sido sinónimo de maldad y desprecio para muchos países (así como bondad y cariño para otros) en la historia contemporánea, cae con sus torres. Pero eso es historia, pasado, ya no podemos hacer nada.
Hoy. Hoy si importa, hoy querían quemar el Corán y querían construir una Mesquita a dos cuadras de donde se situaba al World Trade Center. Pero ninguna de las dos, al alimón. Los gringos siguen viendo en el Corán, lo que significa, en realidad, el islamismo, a manera de enemigo. ¿Ignoran que muchos musulmanes murieron en el atentado? ¿Ignoran que entre el Corán y el Antiguo Testamento de la Biblia no hay mucha diferencia en cuanto a su contenido?
Lastimosamente, en América Latina sufrimos de un complejo de inferioridad, mientras que en el mundo desarrollado sucede lo contrario, pero de que los agarran de tontos, los agarran. Es increíble que después de serios estudios nada especulativos, se demostró (más que demostró) que en esos atentados existió mano norteamericana (ya que les gusta ese nombre), traidores nacionales, que en nada practican el Islam. Increíble más que sigan creyendo el cuento de Bin Laden.
Aquí, como resumen (como siempre) me dispongo a expresar mi posición:
La lucha no es contra una religión como el Islam, sino contra un sistema capitalista manipulado. No se me malinterprete, como le ocurrió a Fidel Castro en días anteriores; a diferencia de este yo digo que el sistema capitalista sí sirve, no es perfecto, pero sirve.
Creo en el capitalismo de Friedman y de Hayek, aunque también en el de Keynes, lo que significa que soy un pragmático (o pancista, como lo prefieran ver). ¿Qué significa esto? Significa que en mi opinión, las disqueras deben quebrar y el negocio musical seguirá su corriente de cambio; los bancos estadounidenses no debieron tener la libertad para generar ganancias personales a costa de la burbuja, y en caso de que fuera así, debían quebrar (con todas las implicaciones que eso significara); que los tratados de libre comercio funcionan si los gobernantes de turno no buscan tan solo su beneficio propio; que se debe tener seguro de paro y un desempleo máximo del 6%; que la inflación debe ser evitada; que deben existir mecanismos para la movilización social; etc.
La mano criminal del egoísmo, de grandes compañías de armas y petróleo hicieron de las suyas, al igual que hoy lo hacen otras (¿o las mismas?) con la droga. Generando muerte, desolación y ostracismo a grandes masas humanas, con tal de tener suficiente dinero para poder morir 10 veces y volver a la vida siendo ricos todavía. Tener tanto dinero que no lo pueda gastar nunca, la avaricia no tiene límite, es irracional y es el dios de los burgueses corruptos y desgraciados.
Pero esto no es un manifiesto en contra del sistema, sino en contra de aquellos que lo pervierten, los culpables que aun después de hacer su jugada, van a conmemorar un hecho del que son culpables. Crean monumentos y envían a sus jóvenes (los de su país, porque es obvio que no a sus hijos) a la guerra, sin derecho a elegir.
El mundo es manipulado por unos pocos, no obstante la historia cambia – como ya lo ha hecho antes- por las decisiones de otros pocos, que se atreven a proponer algo nuevo, más allá de quejarse.
Ayer se conmemoró la muerte de miles en las torres, pero parece que todos olvidan a los miles de inocentes, muchos más que los de las torres, que murieron (y mueren) en Irak, Afganistán y Pakistán, donde en el caso de los dos primeros, fueron victimas del lazo frío de la URSS y los EE.UU., y hoy en día lo siguen siendo, del segundo en especial. Pero bueno, nadie recuerda a esas personas, porque por lo visto no sos hombre a menos que seas blanco y rubio; incluso en ese caso, ser hombre equivale a ser enterrado en un gran campo lleno de cruces blancas.
Ser humano se ha convertido en marcas, apellidos y tarjetas de crédito. Volvimos a la era victoriana, pero peor, la superficialidad humana esta a flor de piel. No son humanos los que no se visten, hablan y comen como yo. No son humanos los que no tienen una computadora de mi marca, quienes no van a la universidad, quienes no son tan cultos como lo somos nosotros. Esto nos quita la humanidad a la mayoría, pero impera en el discurso dominante, dominado por unos pocos, y creído por la masa, no rebelada ni conciente.
A nueve años del 9/11, somos más tontos, pero con más tecnología, volvimos al pensamiento del siglo XIX, nos dan asco los otros: el negro (africano) siempre muere de hambre, el chino es explotado y el latino, ese que importa. Retrocedimos en el tiempo y al como bien expresó Conrad en su Corazón de las tinieblas:
“No, no se podía decir inhumanos. Era algo peor, sabéis, esa sospecha de que no fueran inhumanos. La idea surgía lentamente en uno”.
Pensar que el otro es humano, imposible. Donde están los Terencio’s cuando se ocupan:
“Humano soy y nada de lo humano me es ajeno.”
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