domingo, 22 de mayo de 2011

Los fantasmas de Don Pepe

Cualquier interesado en la historia centroamericana de la segunda mitad del siglo XX, y todavía más si específicamente existe un interés por la (auto) denominada Suiza centroamericana – léase Costa Rica –, está en la obligación de estudiar la magna figura de José Figueres Ferrer, corresponsable de la Costa Rica que inicia en la posguerra y continua existiendo en actualidad – palmariamente envuelta en un devenir constante –.
No pretendo hacer de este artículo una reseña sobre la gran obra de este costarricense, más bien pretendo hablar de la administración Chinchilla y de su vuelta a las raíces socialdemócratas del Partido Liberación Nacional (PLN). Me atrevo a afirmar dicha declaración basándome en la percepción del perfil de Chinchilla, por parte de la prensa internacional – muy distinta a la de Arias –  y a la explicita postulación de los dirigentes del PLN (v. gr. Bernal Jiménez) – muchos de los cuales dieron su apoyo abierto a la candidatura de Chinchilla –a volver a las raíces figueristas (socialdemocracia costarricense de posguerra).
¿Cómo se debe entender exactamente esta idea de volver a la socialdemocracia en los albores del siglo XXI? Para responder a tan portentosa cuestión, me remito a derivar de las declaraciones de Enrique Obregón – político liberacionista – esbozadas en un artículo de opinión, lo que para el ha sido la obra del PLN en la historia patria. A partir de dichas declaraciones, se puede afirmar que liberación nacional es el gestor de la democracia social y económica del país, es el responsable de la educación de un pueblo entonces – antes de Figueres –  campesino e ignorante; la creación de oportunidades para el desarrollo, y grosso modo de la Costa Rica en que hoy habitamos más de cuatro millones de ticos, es responsabilidad de diversas figuras liberacionistas, dirigidas claramente por Don Pepe.
A esto agrego párrafo sobre el Pensamiento y la acción del PLN tomado de los Nuevos Estatutos de dicha institución política.

Los principios que definen el pensamiento y la acción, del Partido Liberación Nacional son los principios socialdemócratas enunciados en su Carta Fundamental, y comprenden un compromiso esencial e irrenunciable con la libertad, la igualdad, justicia social, la solidaridad y la democracia.

Como podemos observar, el nivel de abstracciones metafísicas propuestas por el PLN dejarían perplejo hasta al mismo Parménides, si bien como se dice popularmente, el papel aguanta lo que le pongan, la defensa y el rescate de estas ideas que Figueres y Liberación Nacional un día representaron (si realmente se puede afirmar esto), significa un reto serio para la administración Chinchilla. Si se desea un cambio en la base ideológica del partido, hay muchas preguntas que responder.
Definir justicia social y solidaridad, es ya una tarea tan grande que probablemente finalice este gobierno y no se haya llegado a una conclusión. Afirmar como hizo Bernal Jiménez, que no hay contradicción entre ir a favor del TLC y ser socialdemócrata, me parece la salida muy acertada a este problema. Los aforismos pragmáticos que expresen la ideología del partido, es lo que debe reinar mientras no exista una disposición real por redefinir paradigmas en dicho partido.
No obstante, creo al igual que Fernando Guier, que (lamentablemente) un liberacionista ante un problema nacional, solo piensan en crear una institución autónoma para resolverlo.” Desgraciadamente esta es la más clara manifestación de los ideales de justicia social, igualdad, solidaridad, etc, presentes en la administración Chinchilla. La afirmación dista de desacreditar programas de acción que ha hecho (y continuado de la administración pasada) este gobierno – por aquellos que se vayan a levantar en armas gritando AVANCEMOS –. Esta aseveración se aplica a los Problemas Nacionales, los cuales en si mismos encierran necesidad de solución a largo plazo; allí la única solución aparente que ofrece el PLN, es el Ministerio de Familia, el Ministerio de Descentralización, etc.
No deberiamos cargar con el pasado
Esta es la herencia del figuerismo, de una Costa Rica que enfrentaba una coyuntura muy distinta a la actual, en la que un Estado fuerte y amplio que se hiciera responsable de muchas necesidades nacionales, era necesario. Hoy, agrandar el Estado más allá del tamaño que ya tiene, es simplemente agrandar la problemática.
Del figuerismo se deben salvaguardar ideales, no formulas. Costa Rica se encuentra en una disensión nacional que obliga a tomar decisiones y la única respuesta aparente es la inacción. Buscar recetas en el baúl de los recuerdos, refleja ingenuidad o aun peor, estolidez. Resulta lo mismo hablar de figuerismo como de el enfoque de la dependencia.
Socialdemocracia no es homónimo de estatismo exacerbado, empero, así lo hace ver el PLN; sin embargo, esto no evita llegar a concluir que la socialdemocracia dejó de ser una opción para salir de la crisis país hace algunos años. ¿No son los fantasmas de Don Pepe el problema que nos agobia desde hace ya algunos años?

No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación.
Confucio

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